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Una de las estrategias más seguidas en propaganda fue el uso del simbolismo de la imagen para convencer a la población en cuanto a los intereses del régimen fascista. Un ejemplo es el cartel Concorso nacionale per la vittoria del grano que correspondió al eslogan "Fascismo es la campiña" en el que prevalecía un interés por atraer a las poblaciones del norte hacia el sur para preparar el Imperio en el Norte de África. En este cartel se ve a un hombre fornido y bello que representa la fuerza de los ciudadanos de la nación italiana, también está acompañado por bueyes que dan una imagen de fortaleza de la nación, además hay una exaltación del físico y de la abundancia en la producción.
Otros ejemplos del uso del simbolismo son los carteles en los que se usaba el símbolo del niño balilla. En estos carteles, además, se añadía otra estrategia propagandística: El uso del mito o historia ficticia. El niño balilla hace referencia a una historia contada en Italia en la que un niño enfrentó a un grupo de soldados austriacos con una sola piedra. Esta inverosímil historia despertaba sentimientos de fuerza y violencia a través de un símbolo en el consumidor de la propaganda. Uno de los carteles en los que se usa esta imagen es Moschetto regolamentare balilla en el que se ve a un niño balilla cargado con un "moschetto" acompañado por una sombra que lo proyecta como un adulto preparado para la violencia. Imperan valores fascistas como la fuera, el orden, la disciplina y la obediencia ciega al "Duce".
Pero los factores simbólicos de la propaganda fascista no sólo se situaban en los carteles propagandísticos, sino que también lo hacían en otros ámbitos como el del color. El color usado para atraer a las masas era el negro mientras que los uniformes militares eran de colores vistosos.
También se tomaba actuación en cuanto a los sentimientos eróticos sublimizados con propaganda en forma de bailes públicos o de desfiles con presencia de gimnastas.
Por otro lado, en los mítines, la fuerza simbólica caía en la habilidad oratoria del líder, el excéntrico dictador Benito Mussolini, era periodista y sabía el poder que desprendía una comunicación bien realizada, casi hipnótica.
La música tuvo también su importancia simbólica y propagandística, los himnos fascistas se acompañaban con movimientos corporales y ritmos que facilitaban el bloqueo de la conciencia.
El régimen fascista italiano se inspiró en el mayor imperio conocido hasta la actualidad y que se había originado en el mismo país de Italia: Roma. Se copió el saludo romano; había grupos de juveniles llamados "Hijos de la Loba" que llevaban en sus chaquetas distintivos de metal en representación de la Loba Romana; se hacían comparaciones entre el emperador Augusto y Mussolini e incluso el propio símbolo fascista era el símbolo de las fasces romanas, el fascio littorio, un símbolo constituido por un hacha dentro de un ramo de varas y cuyo poder simbólico traslada a valores como la unidad, la fuerza y la justicia.
La información recogida en este texto pertenece a un ensayo de Lidia Salas Chavarría.
Imagen 1: Tomada del blog "Disciplina de História".
Imagen 2: Tomada de la página web isral.it
Imagen 3: Tomada del blog "Bandera Negra"